lunes, 3 de diciembre de 2012

thinking, thinking, thinking...

Me estaba acordando de algo que me pasó a comienzos de año. Conocí a una familia que me hizo sentir mal por lo lindo de su relación. Para ellos era algo tan natural, though, que ni saben el impacto que causaron en mí. El papá, alguien tan sabio, hablando con tanta autoridad, pero a la vez siendo amigo de sus hijos... y los temas tan profundos y la pasión con la que todos interactuaban... y el amor que se notaba que había entre ellos, y los hijos tan bien encaminados por el ejemplo que recibieron... wow. Por mi mente sólo cruzaba un pensamiento "yo también quiero eso!" y aunque fue hermoso, fue pasajero, y no era ni es mi familia. No sé por qué las cosas me impactan y me tocan tanto, pero soy así, muy sensible.
Nunca me olvidé ni me voy a olvidar de eso. Porque, al haber visto algo así, sé que ese tipo de familias existen. No son producto de mi imaginación, no son algo inalcanzable. Obviamente no todo debe ser color de rosa, pero para una familia unida de esa forma, no hay tormentas suficientemente fuertes que la derrumben. No recuerdo haber conocido a otra familia así. Sé que existen, pero yo no tuve la dicha de conocer ninguna otra así, tan de cerca.
Mi familia no es mala, no es eso lo que quiero decir. Soy muy bendecida porque me quieren mucho, demasiado, a decir verdad. Pero hay cosas que no hay (si se puede decir así), y sé que sueno malagradecida si me quejo, pero creo que no tiene nada de malo si digo lo que me gustaría tener algún día.
Y, lo que me hubiera gustado tener.
Me hubiera gustado tener un papá pastor, por ejemplo. O simplemente alguien a quien yo pudiera mirar, y admirar, y realmente desear ser como él. Digo pastor, porque los pastores son personas estudiosas de la Biblia y preocupadas por su relación con Dios, pero no tenía que ser necesariamente pastor, simplemente alguien que ame a Dios, alguien que yo viera orando todas las noches, dándome el consejo adecuado, con la Biblia en sus manos, pudiendo hablar de cualquier tema juntos.
Mi papá ama a Dios, y a mí también, pero no es todo eso que mencioné ahí arriba.
A veces escucho a hombres de Dios hablando sobre sus familias, y sobre las cosas que hacen juntos (por ejemplo, orar juntos todas las noches), y me imagino a sus hijos. Qué bendecidos son, sólo espero que lo aprecien.
Tengo a mi hermano, que aunque muchas veces nos llevamos mal, es realmente una gran cobertura espiritual en mi vida. Admito que yo tampoco soy un dulce de leche muchas veces :B
Siempre ora por mí. Y mi mamá, uff, de ella no tengo ninguna queja. Es el ser más tierno y amoroso que conozco, pretty much. Muere por mí, y yo muero por ella. Simple.
Así que, tal vez no tengo todo lo que me hubiera gustado tener, pero lo que tengo, es hermoso.
Y lo bueno de conocer familias que tengan eso que yo no, es que me inspiran y me animan, y me hacen ver que yo puedo tener eso algún día. Que no lo haya tenido al crecer, no significa que nunca lo podré tener. Esas son las cosas que a Dios le encanta hacer, llevar su luz a donde había sólo oscuridad, y regenerar las cosas. Y darnos nuevos comienzos.

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